Como indicador de la crisis que se vive en el país en sus distintos ámbitos: político, económico y social, el periodismo venezolano actualmente atraviesa tensiones y desafíos en relación con su desarrollo presente y futuro. Además, enfrenta crecientes tensiones y acoso producto de un clima adverso y en muchos casos hostil para el ejercicio de su misión: la búsqueda, el procesamiento y la difusión de información oportuna y verificada.
Nunca como en estos últimos años, medios de comunicación y periodistas son noticia. El país ha estado viviendo un creciente número de casos de sutiles o abiertas violaciones a los derechos a la información y a la libertad de expresión.
Agresiones e intimidaciones se suman a las restricciones y controles que se han impuesto a medios y a los profesionales de la información desde instancias gubernamentales. El resultado no se ha hecho esperar, solo en la prensa escrita, el Instituto Prensa y Sociedad, IPYS-Venezuela, indica que 50 medios dejaron de circular de manera definitiva entre 2013 y 2018 y menos de la mitad de los mismos tenía versión digital que le sobreviviera. Entre ellos, conseguimos diarios emblemáticos como El Nacional, fundado hace 75 años y, entre los regionales, el centenario diario El Impulso de Barquisimeto.
Los problemas para el acceso a papel, tinta y demás insumos, la falta de recursos para continuar el aspecto industrial de procesos de impresión y para sostener el empleo llevaron a buena parte de estos medios al cierre. Otro tanto ha ocurrido con la suspensión de programas radiales y televisivos, el cese de transmisiones de estaciones radiales y de televisoras regionales. La geografía del periodismo en Venezuela sigue reduciéndose y con ello también se afecta el derecho de los ciudadanos de acceder a información diversa, a tener una pluralidad de opciones de contenidos noticiosos.
Ya son incontables las declaraciones de organismos multilaterales, los informes y seguimientos de asociaciones y organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales, universidades y centros de investigación. Todos ellos dan cuenta de los acosos, las presiones, las amenazas y sanciones contra medios y periodistas que limitan el libre ejercicio del derecho a la expresión, la opinión y la información.
En consecuencia, resulta indispensable investigar y documentar la situación del periodismo en Venezuela. Esta ha sido una de las tareas que se ha propuesto la Asociación Civil Medianálisis, con el Estudio de la Situación del Periodismo Venezolano. Esta investigación anual se viene realizando de manera ininterrumpida desde el año 2015 y ahora presentamos el informe de 2019.
El Estudio de la Situación del Periodismo en Venezuela, en sus ediciones anuales desde 2015 a 2019, tiene como base una investigación cuantitativa, no experimental, por medio de una encuesta “cara a cara”, aplicada en esta ocasión a 365 periodistas que laboran en 141 medios ubicados en los centros urbanos de mayor población en el país, a saber: Maracay (Estado Aragua); el área metropolitana de Barcelona-Lechería-Puerto La Cruz (Estado Anzoátegui); el área metropolitana de Ciudad Bolívar-Puerto Ordaz-San Félix (Estado Bolívar); Valencia (Estado Carabobo); Barquisimeto (Estado Lara); San Cristóbal, (Estado Táchira) y Maracaibo (Estado Zulia).
De acuerdo con la investigación, los periodistas venezolanos son en general jóvenes, la mayoría menores de 30 años de edad. No pareciera haber diferencias entre sexos en cuanto a participación, aunque para este año se registra un leve aumento en la presencia de hombres por encima de las mujeres. Las diferencias de género se observan según el tipo de medio: hay más hombres trabajando en la radio, más mujeres en los medios digitales y proporciones similares en prensa y televisión.
También en cuanto al género, cuando se indagó la participación de hombres y mujeres en la toma de decisiones editoriales y en cargos de autoridad, se halló un elevado porcentaje (61%) de presencia masculina tanto en la toma de decisiones como en posiciones de supervisores inmediatos de los periodistas consultados.
Cuatro de cada diez periodistas consultados están ubicados en la Gran Caracas y, de ellos, casi el 90% trabaja en medios digitales, lo que a su vez habla del crecimiento y el potencial de este tipo de medios en el periodismo venezolano. No obstante, la mayoría de los consultados en otras regiones del país labora en medios tradicionales, especialmente en radio y televisión, lo cual pudiera indicar que persiste un patrón de prácticas tradicionales en producción informativa. Esto es también evidente en el hecho de que las principales tareas indicadas sean clásicamente periodísticas: reporteros de calle y redactores, así como cargos de editores, jefes y productores. En este sentido, se observa la necesidad de atender la capacitación de estos profesionales en áreas tales como documentación, el manejo de datos, la curaduría de contenidos, entre otras habilidades que se exigen en actividades vinculadas en los ámbitos digitales y de las redes sociales.
La nómina de los medios ha reducido su tamaño. Casi la mitad de las empresas de medios tiene entre seis y veinte empleados. En cuanto a los medios digitales, 57% apenas llega a los veinte empleados.
Más de la mitad de los periodistas (61%) son graduados universitarios, pero casi una cuarta parte no ha iniciado o concluido la licenciatura, un aspecto que, junto con la necesaria actualización profesional, merece la atención de los gremios, las universidades y las propias empresas periodísticas.
El tipo de relación laboral entre los periodistas y las empresas de medios es establecida mediante contrato en 55% de los casos. Esta proporción mayoritaria se mantiene en los medios digitales, impresos y televisivos, pero disminuye sustancialmente en la radio.
Un aspecto particularmente digno de mención son las crecientemente precarias condiciones laborales de los profesionales de la información: uno de cada tres periodistas gana entre uno y dos salarios mínimos. Esto explicaría por qué dos de cada tres periodistas recurren a conseguir múltiples empleos, con el agravante de que algunas de estas ocupaciones no tienen nada que ver con su condición de comunicador social. Además, un número cada vez mayor de periodistas ejerce sin estar afiliados a asociaciones profesionales ni sindicatos, si bien fuera de Caracas hay una proporción mayor de profesionales agremiados. Esto indica que un porcentaje importante de estos trabajadores son vulnerables frente a potenciales abusos patronales.
Junto con las condiciones laborales precarias, el periodismo venezolano enfrenta un desafío aun mayor, como es el cumplimiento de su responsabilidad de informar en un entorno de amenazas, intimidación e incluso agresiones personales.
Un porcentaje elevado de periodistas (63%) indica problemas asociados con la línea editorial del medio para el cual trabajan. Es igualmente elevada la proporción de respuestas que directa o indirectamente identifican factores gubernamentales como origen de tales agresiones.
La mayor parte de las agresiones son amenazas personales, a las que le siguen la incautación o el daño de equipos y materiales periodísticos, las detenciones ilegales y los ataques a su integridad física. Resulta igualmente significativo el hecho de que no se denuncien estas acciones, con el consiguiente aumento de la impunidad por parte de quienes las cometen, en su mayoría miembros de cuerpos de seguridad del Estado y civiles en grupos progubernamentales de choque.
Las consecuencias directas de este clima de agresiones y amenazas son la censura y la autocensura que reconocen los periodistas consultados. La censura interna, aplicada por los medios, afectó a uno de cada cinco periodistas y tales acciones tendrían el propósito de evitar conflictos con autoridades públicas y preservar la seguridad de medios y periodistas. Asimismo, se presenta la autocensura: uno de cada diez periodistas admitió haber modificado u omitido por iniciativa propia información ya verificada.
Los riesgos que traen consigo la censura y la autocensura son el sometimiento del ejercicio periodístico, el silenciamiento de temas y posiciones críticas, la pérdida de pluralidad informativa – en sí un peligroso indicador de pérdida de libertades públicas, como los derechos a la información y a la expresión –. Esta es una tarea no solo de los periodistas sino también de toda la sociedad, porque lo que está en juego en el destino mismo de valores y derechos propios en la vida democrática
En contraste con la censura y la autocensura, los periodistas pueden también voluntariamente modificar u omitir una información verificada a partir de criterios de orden ético y de atención a la calidad informativa. En estos casos, estaríamos frente a la autorregulación, ya sea para proteger a la fuente, respetar los derechos de los menores de edad o para mejorar significativamente el contenido de sus informaciones. En el estudio, 38% de los periodistas indicó haber modificado u omitido información para proteger a la fuente.
Otro de los criterios de calidad informativa analizados fue la pluralidad en el uso de las fuentes, el contraste de las mismas y el uso de otros datos además de los divulgados por agencias gubernamentales. Para los periodistas consultados, en los medios para los cuales laboran, se refleja una visión plural del acontecer nacional. Son altos los porcentajes de quienes también reciben instrucciones para contrastar las informaciones y es igualmente elevada la proporción de respuestas que indican que, en la mayoría de los casos, los periodistas recaudan información adicional a las cifras oficiales. Destaca que sean los medios digitales los que cuidan mayormente estos aspectos.
En las respuestas de los periodistas consultados, también se encontró que la mayoría maneja información incompleta sobre la identidad de los dueños corporativos y accionistas de los medios en los cuales laboran. Ello es evidencia de poca transparencia por parte de los medios hacia lo interno de sus organizaciones noticiosas. Por el contrario, los consultados, específicamente más de la mitad de ellos (64%), indican conocer en buena medida los lineamientos editoriales de los medios. Sin embargo, cuando se indaga en el conocimiento que tienen los periodistas en relación con instancias internas con incidencia en la toma de decisiones y la calidad de los contenidos, como el defensor del lector, el consejo editorial y el consejo de expertos, solo dos de cada cinco periodistas conocen su funcionamiento.
El presente estudio permite esbozar un mapa del periodismo venezolano a partir de las respuestas aportadas por los propios periodistas. Buena parte de las mismas dejan constancia de la necesidad de atender la precariedad laboral, la pérdida de autonomía e independencia resultado de las presiones y agresiones que imponen cada vez mayores niveles de censura y autocensura en la labor informativa. Con las cifras de este quinto estudio sobre la situación del periodismo en Venezuela, Medianálisis ofrece algunas señales que ya son alarma para responder como sociedad a estos retos en la defensa de la libertad de expresión y el derecho a la Información.
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