La disminución de espacios de análisis de información en las plataformas tradicionales (radio, televisión y prensa impresa) y el precario acceso a internet para consultar plataformas periodísticas digitales en el país, genera un vacío de información que se llena con bulos y circulan con facilidad y libertad en redes sociales de alta penetración
Texto: Ysabel Viloria y Verónica Bastardo
El sistema de mensajería instantánea WhatsApp se ha consolidado como la plataforma en la que circula descontrolada la desinformación en Venezuela. ElObservatorio Venezolano de Fake Newsha registrado que 612 de sus 750 bulos detectados en lo que va de 2020 han circulado por esa aplicación. También Shari Avendaño, de Cocuyo Chequea, y Alexis Correia, de Es Paja, iniciativas venezolanas de fact checking, confirman la tendencia de la detección de informaciones falsas en esta plataforma como la más usada para replicar y viralizar.

Aunque los miembros de las iniciativas dedicadas a combatir la desinformación en Venezuela insisten en los beneficios de la aplicación como plataforma para difusión efectiva de mensajes, también consideran que son varios los esfuerzos que quedan por atender para disminuir la propagación inmediata de fake news en la más famosa aplicación, que para febrero de este año anunció que contaba con dos mil millones de usuarios en el mundo, lo que la convierte en la plataforma de mensajería instantánea más popular en el mundo y en Latinoamérica. Esa penetración es de gran escala en Venezuela también, donde estudios han confirmado que WhatsApp está dentro del top 5 de aplicaciones más populares en tiendas Google Play y Apple Store.
Esa popularidad de la aplicación en un país con graves problemas de acceso a la información, permite la libre circulación e intercambio de contenidos (no siempre veraces) de manera inmediata en tiempos de desinformación.
De acuerdo con una investigación de la plataforma web Cotejo, en los seis meses que han transcurrido desde cuando se decretó la cuarentena y el estado de alarma, el Instituto Prensa y Sociedad Venezuela (IPYS) ha registrado 202 limitaciones a la libertad de expresión en las que están contenidas “más de 320 violaciones a los derechos informativos de trabajadores de prensa y medios de comunicación.

En un reportaje de Medianálisis también se indica que la “censura en medios masivos nacionales, como la televisión, limita el derecho de los ciudadanos a informarse de manera veraz, plural y oportuna”, lo que abre paso a la desinformación.
A estas limitaciones se les suman la precarias condiciones de conectividad y acceso portales informativos en línea, ya que según publicaciones de Medianálisis “la velocidad de internet en Venezuela sigue debilitándose y perjudicando las libertades informativas de los ciudadanos”, y según el Laboratorio de Mediciones de Internet (MLAB) en el país, desde enero a septiembre de 2019, el promedio de navegación en internet en los servicios fijos de redes domésticas y comerciales fue de 1,2 megabit por segundo (mbps).
El ciudadano cambió cómo se informa
Carlos Correa, director de Espacio Público, explica que, frente a la censura y restricción de ofertas informativas en medios tradicionales y digitales, la ciudadanía varía y adapta su búsqueda de información y busca alternativas: “Cuando en 2007 se cierra el canal RCTV en señal abierta, migraron a TV por cable. En 2014, con los cierres de emisoras de radio, buscaron otras fuentes de información. Este año, cuando le preguntas a la gente cómo se informan responden mayoritariamente que por WhatsApp, entonces las fuentes de información migran a modalidades sustentadas en plataformas de internet como redes sociales”.

Agrega que “la noción de estar informados hoy es distinta. Hace 20 años era muy sencillo comprar uno o dos diarios, regional y nacional, o ver un determinado noticiero. Ahora es completamente diferente, con una agenda profundamente fragmentada y una diversificación de las fuentes de información. Hoy los medios tradicionales son multiplataformas”.
Rena Camacho, de la gerencia de infociudadanos de El Pitazo, precisa que WhatsApp tiene un gran alcance, puede llegar a las comunidades locales y trascender a otros estados y países de manera inmediata. “Además, dentro de todas las aplicaciones de mensajería que hay, esta es íntima. La gente que te hace llegar mensajes por esa vía es porque está dentro de tus contactos”, asevera.
Correa advierte que la circulación de información en WhatsApp es fácil de alterar y por eso considera que el problema no es la desinformación ingenua sino quienes se dedican a desinformar de manera deliberada para generar consecuencias negativas. Pero es alentador y afirma que sí existe contenido de calidad en esa plataforma: “desde el servicio de información pública, los portales que pasan resúmenes de sus informaciones, hasta resúmenes de información que se distribuyen a nivel local. Hay mecanismos mediante los cuales la gente está tratando de vencer las debilidades del ecosistema mediático y las intenciones de desinformación”.
La salida del laberinto
Rena Camacho, de El Pitazo, informa que han buscado la manera de esquivar dificultades como la conectividad, servicio eléctrico, bloqueo y censura. Insiste en que han obtenido buenos resultados a través de otras formas de llevar la información a las comunidades, formar a la gente en talleres de infociudadanos, en cómo ellos a través de papelógrafos, volantes y otros medios alternativos, offline, también pueden acceder y empoderarse de la información. Insiste en el reconocimiento y valoración de la ciudadanía como constructora y difusora de información, más que solo receptora.
Alexis Correia, periodista de Es Paja, es enfático: “Nunca se pueden saltar las adversidades por completo, pero como tenemos un método que está probado y comprobado, nos apegamos a esa metodología para la verificación”. Insiste en el deber de ser responsables de lo que se dice públicamente, incluso, “en extremo ético”. Concluye que “hay una dimensión ética en las redes y se debe estar consciente de eso. Uno no solo consume, también produce”.
Según la periodista Shari Avendaño, en la unidad de verificación de Cocuyo Chequea aprovechan la aplicación WhatsApp para difundir sus mensajes, también como canal directo para recibir solicitudes de verificación, a pesar de que reconoce que es la plataforma en la que se propaga la mayor cantidad de fake news que desmienten. Destaca el valor del trabajo colaborativo en el desmentido de bulos y considera necesario el proceso crítico frente a informaciones que cada quien piensa para tomar decisiones basadas en evidencia y no en sentimientos.

Los expertos coinciden en que WhatsApp lidera la lista de plataformas por las que circulan bulos, pero también destacan su valor de aliada contra la desinformación como plataforma de difusión de desmentidos y de información veraz de alto impacto y gran penetración. También hay consenso en la labor de alfabetización digital de las audiencias para el aprovechamiento de esas posibilidades y, así, la disminución de la desinformación.

Foto portada: Andrea Valladares