La UNESCO presenta dos informes para dar a conocer sobre los fenómenos de la infodemia y la desinfodemia. El organismo también ofrece una guía para combatir los fake news, evitar su viralización y el impacto en la ciudadanía.
La pandemia del coronavirus no solo puso en riesgo la vida de las personas en el mundo por lo letal de la enfermedad, sino también por la cantidad de información y desinformación que se generaba a cada minuto en cualquier lugar del planeta tierra y que producía un impacto potencialmente negativo en la ciudadanía.
Indica la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) que la desinformación es la que más impacta en la sociedad y, es por ello, que la calificó como «desinfodemia», que es el fenómeno en el que circula información falsa o malintencionada acerca de la COVID-19.
Lo reseñado por este organismo lo ha podido comprobar el equipo periodístico de Medianálisis en sus diferentes actividades en las comunidades, pues algunos asistentes han expuesto su forma de pensar y actuar ante este virus, quienes dejan ver que la desinformación incide en la forma de analizar y proceder de algunos venezolanos.
“Yo no me he vacunado porque esas vacunas contra el coronavirus enferman más a uno y dicen que algunas tienen plomo”, fue lo que le expresó Eluzmar Guerrero al equipo de Medianálisis durante una visita a la comunidad en la que ella vive, en la ciudad de Quibor, municipio Jiménez del estado Lara.
Esta madre de 4 niños y trabajadora comercial en este pueblo al sur del estado Lara confesó que no tenía pruebas de que las dosis para hacerle frente al coronavirus enfermaban y tenían otras sustancia, pero se defendía al decir que algunos conocidos se enfermaron gravemente luego de aplicarse la vacuna.
Guerrero es víctima de lo que la Unesco califica como “el otro contagio”, es decir, personas que están desinformadas y afectadas por la cantidad de cadenas, noticias, mensajes, fotos, videos u otro tipo de contenidos que llegan desde distintos medios y plataformas, y terminan enfermas de información falsa, mal intencionada o manipulada.
Y es precisamente por estas situaciones que la Unesco difunde las guías llamadas “La Desinfodemia, descifrando la desinformación sobre el covid19” y “Desinfodemia: disección de las respuestas a la desinformación sobre el covid19”, que tienen el objetivo de que las personas puedan comprender el proceso y las consecuencias que genera la desinformación en tiempos de la COVID-19.
“La nueva desinformación sobre COVID-19 crea confusión sobre la ciencia médica, con un impacto inmediato sobre cada persona del planeta, y sobre sociedades enteras. Es más tóxica y más letal que la desinformación sobre otras temáticas. Por eso, en este resumen político, se acuña el término desinfodemia”, indica la Unesco en una de las guías.
Las guías de la Unesco se difunden durante un contexto en el que la salud mental puede verse afectada por las noticias falsas, como lo reseñó la Organización Panamericana de la Salud (PAHO por sus siglas en inglés) cuando explica que, en el caso de la pandemia actual, las búsquedas informativas relacionadas con la COVID-19 se dispararon entre un 50 % y 70 % en todas las generaciones, causando situaciones de estrés y ansiedad.
“Usando este marco, el resumen de políticas de la Unesco ayuda a analizar esta nueva amenaza y los múltiples tipos de respuestas que se despliegan internacionalmente. Para hacer esto, se detallan nueve temas principales y cuatro formatos dominantes de la desinformación sobre el COVID-19 y se presenta una tipología que agrupa la gama de respuestas al problema, en 10 subcategorías”, detalla esta organización de las Naciones Unidas.
Ojo con las narrativas y los memes
Este resumen de la Unesco ofrece políticas que están apegadas al derecho humano que tiene toda persona de buscar, recibir e impartir información; es por ello que alerta a la ciudadanía sobre cuatro formatos de difusión que se utilizan para “contaminar el entendimiento público de diferentes aspectos de la pandemia y sus efectos”.
Ahonda la Unesco que la desinformación de la COVID-19 ha aprovechado toda una gama de formatos perfeccionados para impactar aún más las campañas de miedo por el virus. En este sentido, da detalles sobre:
- Narraciones y memes emotivos en las que se suelen combinar lenguaje emotivo, información falsa o incompleta, opiniones y elementos de la verdad.
- Sitios web e identidades que han sido suplantadas y que generalmente son de gobiernos, empresas o personas influyentes..
- Imágenes y videos fraudulentamente alterados, inventados y descontextualizados Son utilizados para crear confusión, desconfianza y/o evocar emociones fuertes mediante memes virales o historias falsas.
- Infiltración y campañas de desinformación planificadas. Estos formatos incluyen también acciones de hackeo.
Estos cuatro formatos navegan en una serie de temáticas que se caracterizan, en su mayoría, por el racismo y la xenofobia, y la Unesco los enumera así: los orígenes y propagación del coronavirus y de la enfermedad COVID-19; la ciencia médica; estadísticas; impactos económicos, desacreditación de periodistas y medios de comunicación creíbles; politización; impactos sobre la sociedad y el medio ambiente; contenido promovido por actores que buscan ganancias económicas fraudulentas; y desinformación enfocada en celebridades.
Detalla una de las guías que estos textos están diseñados para ayudar a las organizaciones intergubernamentales, los Estados, la sociedad civil, y los medios de información a enfrentar la “desinfodemia” que está alimentando enfermedades y desorden en todo el mundo.
Fuentes poco fiables
En el año 2020 la Unesco aportó algunos datos del impacto de la “desinfodemia” y tras un análisis de 112 millones de posteos públicos realizados en 64 idiomas en distintas redes sociales, todos relacionados con la pandemia de la COVID-19, los investigadores de la Fundación Bruno Kessler detectaron que un 40 % de los mensajes provenían de fuentes poco fiables.
Otro estudio en el que se demuestra el impacto de la “desinfondemia” fue elaborado por la Fundación Observatorio de “Infodemia” COVID-19, que utilizó técnicas de aprendizaje automático, encontró que casi el 42 % de los más de 178 millones de tuits relacionados con la COVID-19 fueron producidos por bots. El 40 % de ellos, además, fueron calificados como “no fiables”.
El Instituto Reuters también aporta un estudio en seis países en el que aproximadamente un tercio de los usuarios de redes sociales han informado haber leído información falsa o engañosa sobre el coronavirus.
Para finalizar, la Unesco recoge con este resumen de políticas la necesidad de que periodistas, editores y medios de comunicación combatan la desinformación que se genera por la COVID-19. “Esto permitirá que la ciudadanía tenga alternativas confiables para acceder a la información que necesita”, acota.