El periodismo hecho por robots

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Ni se trata de una película de ciencia ficción, ni es una voz agorera sobre la desaparición de una profesión, el periodismo.

Cuando comencé a leer el libro “Sálvese quien pueda. El futuro del trabajo en la era de la automatización” suponía que las principales transformaciones laborales, por la introducción de robots y el uso de la inteligencia artificial en diversos ámbitos, estaría en el campo operario. Me imaginaba más a un robot sustituyendo a un obrero que a un abogado.

Sin embargo, mi visión sobre este asunto fue variando, en la medida en que me adentré en el libro, y tal como cuenta el autor, Andrés Oppenheimer, igual le sucedió a él cuando fue trabajando en el texto.

Este periodista argentino residenciado en Estados Unidos comenzó -investigando y escribiendo- pensando que su profesión, la de informar, no estaría en riesgo por la automatización pero en el camino descubrió que no estaría a salvo y, lo que es peor, es que ya hay notas periodísticas escritas por máquinas.

Ampliamente documentado y escrito con un estilo directo y explicativo, propio del periodismo, Oppenheimer se pasea por diversos campos laborales que o están viviendo o van a vivir próximamente profundas mutaciones por la introducción de robots, o máquinas automatizadas para suplantar el trabajo que ahora vienen haciendo personas.

Desde los hoteles atendidos ya totalmente por robots, hasta las máquinas que van a realizar operaciones quirúrgicas, a la vuelta de pocos años, justamente en la tercera década del siglo XXI, según las diversas proyecciones que recoge el libro, tendremos un cambio de primer orden en el mundo laboral.

Están a salvo, según Oppenheimer, profesiones o actividades extremadamente especializadas o aquellas interdisciplinarias. Y pueden estar tranquilos psicólogos y psiquiatras, ya que la atención de la salud mental no será hecha por robots.

En el campo del periodismo, que nos atañe en esta columna, ya en este momento hay robots usados de forma autónoma en redacciones de medios periodísticos en Estados Unidos redactando notas sobre resultados deportivos o resultados electorales locales. Todavía es una experiencia limitada, pero hay bastante fuerza en la idea de que efectivamente algunas máquinas podrían suplir a periodistas de carne y hueso en tareas informativas relacionadas con el periodismo de datos.

Oppenheimer, además de pronosticar lo que vendrá para el campo periodístico, se pasea por el qué paso en la industria de la información, que ya ha estado inmersa en una profunda y aún inacabada metamorfosis. La era digital supuso cambios significativos en la forma en la que se busca, se procesa y se consume la información, con un impacto económico muy claro.

Los medios convencionales, especialmente la prensa escrita, que vivía de los anunciantes principalmente, vio caer el interés del público en comprar las ediciones impresas. La idea de que la información puede estar gratis en Internet, cosa bastante discutible por cierto, terminó acabando con el modelo de negocios anterior, sin que hasta ahora haya claridad en cómo hacer rentables a sitios periodísticos que hagan historias propias y de calidad y que el público pague por ello.

 La publicidad tampoco se trasladó del papel a la versión online en las mismas dimensiones de facturación.

En resumidas cuentas, en esta metamorfosis los medios digitales no tienen claro cómo garantizar su sostenibilidad, y junto a ello han ocurrido despidos masivos (en los medios convencionales) y un personal periodístico que no necesariamente resulta reciclado del todo en los nuevos medios.

Se prevé, además, que entre los próximos 5-10 años desaparecerán del todo los teclados en computadoras y teléfonos inteligentes, y que estos aparatos sólo trabajaran a partir de instrucciones de voz de sus usuarios. Esto, según el libro, será una revolución sin par en las dinámicas de cómo se ha entendido hasta ahora el periodismo.

Oppenheimer se pasea por algunas preocupaciones y una de ellas la compartimos plenamente. Se trata del microdireccionamiento de las noticias. 

Cada persona tendrá sólo lo que seleccionó como tema de interés. Tendremos a personas cada vez más informadas sobre una temática, pero al mismo tiempo cada vez más desconectada o desinteresada en lo que ven, leen o escuchan otras personas (sean sus familiares, vecinos o colegas de trabajo).

Los cambios vienen y a la vuelta de algunos años parece que ya nada será igual en las dinámicas que rodean al periodismo.

Este artículo fue publicado previamente en Efecto Cocuyo