Binomio entre médicos y periodistas hacen contención a las fake news sobre COVID-19

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*El médico infectólogo, Santiago Bacci, ratificó que la cuarentena, el uso de mascarilla y el distanciamiento físico son las medidas avaladas por el trabajo científico en torno a la enfermedad

*Es necesario conocer la posición de los investigadores y esperar los hallazgos del estudio sobre el desarrollo de la molécula DR-10 que, de acuerdo a las fases de la investigación científica, podría tomar varios meses.  

El trabajo colaborativo entre médicos y periodistas ha facilitado la generación de un importante flujo de información verificable que han permitido enfrentar y contener el torrente de contenidos falseados sobre temas de coronavirus y la COVID-19, con los que abruman y ponen el peligro la vida de los venezolanos.

Así se desprende de las declaraciones del médico internista e infectólogo, Santiago Bacci, durante su participación en el conversatorio virtual “Las fake news que puso de moda la COVID-19”, transmitido la mañana de este miércoles 28 de octubre por las plataformas Zoom y Facebook Live de la Asociación Civil Medianáisis, bajo la organización de uno de sus proyectos clave, el Observatorio Venezolano de Fake News.

Santiago Bacci y la periodista Ysabel Viloria disertaron acerca de los bulos más resaltantes que sobre el coronavirus han circulado en el país, de un universo de casi trescientos que han sido detectados por la red de observadores del OVFN desde el inicio de la pandemia hasta el cierre de septiembre de este año.

De acuerdo con Bacci, en el binomio de médicos y periodistas cada parte aporta lo necesario en la defensa de la información confiable. Destacó, además, cómo gran parte del tiempo de los médicos y los periodistas ahora es destinado a la aclaración y desmentido de noticias que no tienen veracidad.

“Se conocía el anglicismo fake news por la política, principalmente, pero la pandemia aumenta la información falsa que circula en medios sociales, a pesar de los esfuerzos de las plataformas por establecer mecanismos de bloqueo automático para ese tipo de mensajes”, explicó el especialista en Infectología, quien también advirtió sobre los riesgos que esta dinámica puede traer en contra de la salud de los ciudadanos.

Agregó Bacci que 7 de cada 10 latinoamericanos no son capaces de distinguir una noticia falsa de una verdadera. “La clave para reducir estos contenidos estaría en dudar, desconfiar y tratar de verificar lo que recibimos”, apuntó.

Para responder por qué las personas difunden este tipo de contenidos, el galeno coincidió con los hallazgos del OVFN en esta materia, al referirse a las emociones y específicamente al miedo e indignación que incentivan una respuesta automática y, por ende, conllevan a la redifusión de estos mensajes.

También mencionó los factores de poder e influencia, liderazgo, autoestima, identidad de grupo o sentido de pertenencia que impulsan a los individuos a tratar de ser los primeros en comunicar una información, aunque no esté verificada.  

En este entorno, los bulos recurrentes sobre el coronavirus y la enfermedad de la COVID-19 se clasifican en el temor al contagio, curas milagrosas, teorías conspirativas y, finalmente, los relativos a temas de orden público, cierre y flexibilización.

Al respecto, Bacci ratificó que la cuarentena, el uso de mascarilla y el distanciamiento físico son las medidas avaladas por el trabajo científico, “A siete meses de la pandemia el mundo médico sabe qué cosas funcionan y cuáles no están funcionando”.

“Aunque al inicio de la pandemia pudo parecer que se perdía la batalla contra la desinformación, en los últimos meses se evidenció que las personas empiezan a tomar conciencia y se reduce la retransmisión de las noticias falsas”, destacó Bacci.

Al ser consultado sobre las investigaciones desarrolladas en el Instituto Venezolano de Investigación Científica en el desarrollo de la molécula DR-10, señaló que es posible que los investigadores estén trabajando en ello, será necesario conocer la posición de los mismos y esperar los hallazgos del estudio, que de acuerdo a las fases de la investigación científica podría tomar varios meses.