Durante dos décadas los relatores y expertos para la libertad de expresión de tres instancias globales y regionales han venido elaborando un pronunciamiento sobre temas relacionados con la libre expresión, la circulación de la información, así como el papel de los Estados y de otros actores. En este 2020 los tres verbos clave han sido promover, garantizar y asegurar.
El Relator Especial de las Naciones Unidas (ONU) para la Libertad de Opinión y de Expresión, el Representante para la Libertad de los Medios de Comunicación de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y el Relator Especial para la Libertad de Expresión de la Organización de los Estados Americanos (OEA), emitieron el 30 de abril su declaración conjunta número 21, desde que comenzaran a hacerlo en noviembre de 1999.
En esta edición de 2020, el foco estuvo en puntualizar el papel fundamental que desempeñan la libertad de expresión, el acceso a la información, los medios de comunicación independientes y una Internet libre para asegurar elecciones libres, justas y transparentes. Como es habitual, este documento incluye una serie de recomendaciones para los Estados. Además, en esta ocasión, también aludió a las buenas prácticas que deberían tener medios de comunicación, plataformas digitales, partidos y candidatos, sobre cómo abordar los desafíos actuales.
Las tres claves en el contexto actual
El mundo ha cambiado velozmente en los últimos años. Eso tiene un impacto en contextos en los cuales la sociedad define su futuro, como son las elecciones. Los relatores destacaron la importancia de contar con un abanico dinámico de medios de comunicación incluyendo medios tradicionales y digitales, y el papel cada vez más esencial que juegan las redes sociales y las tecnologías digitales, para proteger los entornos democráticos
Las tecnologías digitales se han convertido en herramientas esenciales durante períodos electorales tanto para votantes, candidatos y el público en general, ya que a través de estas pueden acceder libremente a la información, expresar sus opiniones e interactuar de manera directa entre sí. Los medios de comunicación tradicionales siguen siendo foco informativo, pero la interacción ocurre en las nuevas plataformas. Es desde allí donde también el votante se informa o desinforma.
Para los relatores, existe un claro desafío. Tenemos marcos normativos para los medios tradicionales y pautas comúnmente aceptadas, pero hoy la dinámica comunicacional tiene lugar en las nuevas plataformas globales tales como Facebook, Google, Twitter, entre otras. Desde tales instancias de carácter privado debe promoverse una supervisión transparente y responsable para la moderación de los contenidos virtuales.
Advierten sobre la negativa diseminación de desinformación deliberada y “expresiones de odio” a través de redes sociales y el uso indebido de las redes sociales, por parte de actores estatales y privados. Esto tiene mayor repercusión en tiempos electorales.
Libertad de expresión, principales recomendaciones:
Promover la libertad, independencia y diversidad de los medios de comunicación.
Garantizar el acceso efectivo a Internet y a otras tecnologías digitales para todos los sectores de la población.
Ceñirse estrictamente al Derecho Internacional (legalidad, legitimidad y necesidad) al aplicarse restricciones a la libertad de expresión.
Evitar utilizar el poder del aparato Estatal para adoptar medidas orientadas a influir indebidamente sobre la información que brindan los medios de comunicación.
Asegurar que los medios de comunicación gocen de un acceso sin impedimentos a fuentes de información oficial.
La Declaración fue firmada por el Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la promoción y protección del derecho a la libertad de opinión y de expresión, David Kaye, el Representante para la Libertad de los Medios de Comunicación de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), Harlem Desir y el Relator Especial para la Libertad de Expresión de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Edison Lanza.
Este texto fue previamente publicado en Efecto Cocuyo