Cuba y Venezuela: cobertura mediática de dos procesos electorales

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Los gobiernos de Cuba y de Venezuela han tendido una red de apoyo sistemático entre ambos para enfrentar al mismo enemigo que aparece siempre en su retórica como el culpable de todas sus desgracias: el imperialismo norteamericano. La hermandad entre ambos gobiernos supone el apoyo al otro desde sus espacios.

Con esta investigación pretendemos mostrar los escenarios mediáticos que se dieron en dos momentos políticos importantes, y que nos lleva a revisar, por un lado, la cobertura que la prensa cubana dio al proceso que en Venezuela significó el diseño de unos comicios para reelegir a Nicolás Maduro como presidente del país, el 10 de mayo de 2018. Y por otro, mostrar cómo la prensa venezolana presentó el nombramiento de Miguel Díaz Canel como nuevo presidente de la república cubana el 10 de octubre de 2019, evento cuya importancia reside, primero en el rescate constitucional de la figura presidencial que separa la titularidad de los cargos del Ejecutivo y del parlamento; y segundo, por la designación de un dirigente nacido luego de la revolución y que no lleva el apellido Castro.

Los hallazgos fueron interesantes y no se limitan al desempeño de los medios o a la visión de esos procesos políticos desde el ángulo mediático. Aparecen indicios de algunos temas que requieren ser abordados, entre ellos, la sostenibilidad de las hemerotecas digitales, la posibilidad de acceso a esa información, el resguardo de la memoria colectiva y de la cultura de un país, que históricamente ha conseguido soporte en los medios de comunicación. Pero también nos habla de la innegable necesidad del periodismo que da contexto, que explica realidades y que necesita reenfocarse en su labor mediadora que haga aportes a la vida cotidiana del ciudadano.   

Trabajamos con más de cien unidades noticiosas, en ellas se retrata tanto el interés de la propaganda como el desinterés de algunos medios por hechos que, en principio, dábamos por noticiables. En el primer renglón están los medios cubanos, cuya cobertura es reiterativa del discurso y la narrativa del castrismo, en este caso, a favor del gobierno venezolano y de las elecciones, sin reflexión que dé espacio a algo distinto al objetivo de conservación del poder en nombre de una revolución que sólo le sirve a la nomenclatura del chavismo. En el segundo, tenemos a los medios venezolanos que no vieron en la designación del nuevo presidente de la República de Cuba ningún elemento que resultara noticiable, sorpresivamente esta realidad aplica tanto para los medios privados como para los medios oficiales afines todos al gobierno.

El tema de las hemerotecas digitales nos parece fundamental. Detectamos que los archivos de las publicaciones de los medios cubanos están medianamente accesibles desde sus portales, bastante desordenados y sin criterios de búsqueda, lo cual dificulta la investigación, y tuvimos que apoyarnos en la herramienta de búsqueda avanzada que suministra Google. El caso venezolano es altamente preocupante, la mayoría de los medios han sacado de sus portales los archivos digitales de sus publicaciones, no tienen histórico de las noticias, no se sabe en qué momento y por qué se tomó esa decisión, lo cierto es que anteriormente se podían consultar en línea.

Esta circunstancia debe llamarnos a reflexión por la importancia que históricamente tiene el resguardo y el soporte material de la información. Pero, además, es un tema pendiente para el periodismo que debe encontrar modelos de negocio que garanticen la mejor información y el acceso a la misma sin precarizar el trabajo de los periodistas. Sobre todo, en la nueva realidad que ha desplazado a la publicidad como principal fuente de ingreso de los medios. 

En el aspecto noticioso, nos parece importante la cobertura que cada país hace del otro, tomando en cuenta el número de unidades periodísticas. La tendencia, y seguramente el prejuicio derivado de las relaciones tan cercanas entre ambos gobiernos, haría suponer que los medios estarían abocados en reportar minuciosamente los procesos del gobierno amigo. Pero, si lo noticioso es un indicador de los intereses acerca y sobre el país, entonces Cuba da muestra suficiente de la importancia que la política en Venezuela tiene para ellos; no ocurre lo mismo a la inversa. Ni siquiera los medios oficiales otorgan atención al referido acto político cubano. Es llamativo incluso en el caso de los medios privados, porque en ellos se sostiene abiertamente la influencia cubana en el país, por lo que luce lógico prestar atención al tinglado que eso representa. 

Las piezas noticiosas cubanas están alineadas con el periodismo propagandístico que le sirve a los agentes políticos del gobierno cubano e, indirectamente, a la nomenclatura del chavismo en el poder. De más de 90 unidades sólo cinco se clasifican como opinión, aunque indistintamente se alinean con la narrativa de propaganda. La noticia venezolana no usa un tono particular, se limita a reproducir los productos generados por las agencias de noticias.

Destacamos el anodino desempeño de la prensa venezolana frente a los actos políticos cubanos como el síntoma de un asunto no comprendido. Es decir, si mucha de la práctica del gobierno venezolano se le endosa a la asesoría cubana, sería bueno conocer y reconocer toda la estructura que sostiene a esa relación para poder elaborar los contextos necesarios e informar mejor al ciudadano.

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